Inquietudes Musicales y Más

sábado, 15 de septiembre de 2012

Santiago de Cali.
Amigo (a):
Desde el final de mi adolescencia a este tiempo han transcurrido tantos instantes de dolor, de soledad, de amargura, pero también algunos de felicidad.
Mis arranques de juventud se han ido disipando como el incendio de una mina abandonada que poco a poco carece de oxígeno para elevar sus llamas.
Quedan recuerdos de travesuras, de hechos cotidianos que me causaron satisfacciones, enojos, desengaños o sonrisas. Muy pocos logros de valor o quizás ninguno, quedándome el consuelo conformista de que quizás no estaba destinado para alcanzarlos. Lejos quedaron mi megalomanía y las ideas de convertirme en mártir o de pronto en suicida. Lo importante es que hoy comprendo algo la vida y me obligo diariamente a través de mis invocaciones al Altísimo a pedir perdón por tantos errores y deudas de amor con mis hermanos compañeros de viaje, incluyéndote.
Me queda la amargura de ver la destrucción gradual de esta divina creación, incluso acabando con los pocos que entienden nuestra obligación de cuidarla: los aborigenes, mientras observo una especie de ceguera en la humanidad producida por el destello lumínico de los poderes y el efecto de la manipulación consumista.
Me queda muy arraigada la creencia de que esta estancia terrenal es apenas el comienzo de un eterno viaje inter-universal de evolución, el cual realizaremos en formas de las que nuestro alcance mental no tiene la menor sospecha.
En cuanto a nuestra relación, ruego que tengas la caridad de perdonarme por lo negativo y ofensivo que haya sido yo contra ti, yo no recuerdo nada en contra tuya. Te pido que recuerdes los buenos momentos y los apruebes con una sonrisa. No te aflijas por mí, todavía me quedan algunas llamitas juveniles que me permiten ser feliz cuando veo que otros lo son, reír cuando observo o escucho algo gracioso y mantener mis inquietudes musicales y más (de toda índole).
Felicidades.
RA

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